Este artículo es una pieza de análisis ficción; un pequeño lujo que nos permitimos las casas de análisis al finalizar el año. La idea es sencilla, analizar bien el presente, con perspectiva, para que los árboles no nos impidan ver el bosque, para después, aventurarnos a mirar hacia el año que viene. De esta manera, este documento en ningún caso deberá considerarse como un pronóstico, sino más bien como un ejercicio de reflexión para vuestras decisiones de inversión, pues ya saben que solo Dios acierta en los acontecimientos y en la fecha.
La situación económica actual es un desastre; en este siglo nunca nos habíamos enfrentado a nada similar
Vamos al grano y rápido con la situación actual para no deprimirnos.
A nivel global, la gran mayoría de encuestas de sentimiento inversor, confianza de los consumidores, encuestas de los empresarios, … se han deteriorado de forma intensa. Alcanzando niveles mínimos que, en muchos casos, son inferiores a los alcanzados en los dos puntos de máximo estrés alcanzados en los que llevamos de siglo: la pandemia de 2020 y la Crisis Financiera e Inmobiliaria de 2008 / 2009.
Una preocupación que se encuentra justificada. Se podría decir que hemos “disfrutado” de una época de crecimiento económico sin precedentes gracias a (1) unos tipos de interés “cero” y (2) a la “impresión” de dinero por parte de los bancos centrales que han permitido financiar una irracional cantidad de deuda. Un desequilibrio que ha visto la luz en el momento que las materias primas, que habían permanecido aletargadas durante años, han subido con fuerza. La inflación surge, los tipos cero se acaban y el desplome conjunto de bolsas y bonos no encuentra precedentes en este siglo.
Índice de Confianza del consumidor de la Universidad de Michigan (color gris) e Índice de incertidumbre económica de Policy Uncertainty (color azul), ambos en media anual /Pulsa ampliar gráfico
Fuente: elaboración propia a partir de datos de University of Michigan y Economic Policy UncertaintyLa capacidad de respuesta es muy limitada: ¿2023 será el año del Gran Reinicio?
Sin embargo, ¿podrían los bancos centrales volver a comprar bonos para sacarnos de este atolladero? Mientras la inflación esté descontrolada, parece difícil. Entonces, ¿podrían los Estados volver a aplicar políticas fiscales expansivas para reactivar la economía?. Mientras los tipos de interés no bajen, los déficit son demasiado abultados.
En este contexto, comienzan a tener sentido palabras como las de Emmanuel Macron cuando hablaba del fin de la abundancia o expresiones como las de Ray Dalio cuando comenta que el Gran Reinicio está cerca. En definitiva, parece que se le han dado demasiadas patadas al bote y que hemos comprado todas las papeletas para que “algo gordo” suceda.
¿Cómo podría ser el nuevo sistema / futuro?
En este punto, el ejercicio de análisis ficción alcanza su máximo esplendor. El futuro dependerá de lo que suceda en el presente. Se plantean entonces las siguientes tres alternativas:
El sistema colapsa porque no se controla la inflación, los tipos de interés no paran de subir y entraríamos en una espiral imparable de impagos… No habría predisposición ni tiempo para acuerdos internacionales y cada palo debería aguantar su vela. En este caso podríamos volver a una especie de edad media al estilo de la película “Mad Max”.
El sistema se desarma poco a poco, una especie de pequeñas detonaciones controladas. Los países, conscientes de la situación, se ponen de acuerdo. La inflación permite a los Estados cumplir con parte de sus deudas, los ciudadanos sufren cada vez una mayor carga fiscal y se crea un sistema de control estricto. En este caso, la distopía se parecería más a “1984” el libro de George Orwell o a un “Mundo Feliz” de Aldoux Huxley.
El sistema vuelve a reinventarse gracias a la ciencia. A grandes males, grandes remedios; no olvidemos que el ser humano es una máquina de innovar e inventar cuando se encuentra al límite. La tecnología actual tiene un potencial sin precedentes, tal y como se apreció en la búsqueda de la vacuna para la COVID. ¿Los científicos podrían encontrar un sistema de diagnóstico que ahorrase billones a los Estados en salud? ¿Con todos los recursos destinados a luchar contra el cambio climático, encontraremos una energía mucho más eficiente que baje todas nuestras facturas?... Un rescate tecnológico que dispararía el crecimiento y haría que la deuda quedase en una mera anécdota.
No es una broma de mal gusto, todo puede ocurrir, hay que ser flexible
Más de uno pensará que le estoy tomando el pelo. Sin embargo, es la realidad, todo puede ocurrir y las circunstancias van cambiando, hay que tener una actitud flexible (sin olvidar, sin embargo, que se trata de un análisis ficción).
Si me hubieran preguntando hace unos meses cuando la inflación estaba por encima del 10% este habría sido mi orden de preferencia o probabilidad: “Mad Max Apocalipsis” > “1984 Super Control” > “Rescate Tecnológico”. Si me preguntan ahora, la clasificación sería la siguiente “1984 Super Control” > “Rescate Tecnológico” > “Mad Max Apocalipsis”.
Para un escenario “Mad Max Apocalipsis” podríamos incorporar algo de oro y plata que probablemente se utilizarían como medio de pago más generalizado. Unos cuantos barriles de petróleo sin olvidar llenar la despensa de alimentos. No olvide lo más importante, defensa, más de uno querrá robarle todo lo acumulado.
En un escenario “1984 Super Control” podría imponerse una moneda digital de las actuales, criptomonedas, o que se crease una nueva moneda centralizada utilizando la tecnología blockchain (Central Bank Digital Currency, CBDC). En este caso también podrían encontrar acomodo activos relacionados con la ciberseguridad, grandes tecnológicas, 5G y redes sociales.
El escenario “Rescate Tecnológico” es el más apetecible de replicar: energía renovables, biotecnología, aeroespacial, robótica, coche sin conductor, …
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